El Sitio de Cuautla.

EL SITIO DE CUAUTLA

sitio de cuautla

 

Poco se sabe en nuestro México del Heroico Sitio de Cuautla de 1812 y aun lo poco que nos llega de plumas ilustres, viene tergiversado de un modo u otro. Por ello, intento una síntesis de esa página gloriosa que fulgura en el cielo de la Patria.

Era Cuautla un pueblecito de tan poca importancia política que su traza solo llegaba de norte a sur, de San Diego a Santa Bárbara, y de Oriente a Poniente, del poderoso acueducto de la calle real y unas tres calles hacia el rio. El acueducto conducía agua del rio para mover la rueda hidráulica de la hacienda azucarera de Buenavista, ubicada al suroeste de Cuautla. Su población aproximada era de unas 240 familias, quizá solo unos 1,500 habitantes. Sin embargo, estaba rodeado por grandes extensiones de sus magnificas tierras cultivadas con caña de azúcar con que se alimentaban los ingenios de Buenavista, Santa Inés, La Palma, Guadalupita, Mapachtlán y Casasano o San Pedro Mártir.

A este pueblecito habría de llegar en los finales de su segunda campaña, el Gral. José Ma. Morelos y Pavón y su Ejército Insurgente, una vez que tuvo en su poder todo el sur de los actuales Estados de Michoacán, Guerrero y Puebla. Sus tropas estaban formadas por pro- mestizo, negros y mulatos perfectamente disciplinados y regularmente armados; con jefes tan importantes como Leonardo y Víctor Bravo, Hermenegildo Galeana, Mariano Matamoros, Mariano Garduño, Francisco Ayala y muchos otros. Llego Morelos a Cuautla por primera vez el 24 de Diciembre de 1811 y le vio tantas posibilidades por la riqueza de la región, que antes de partir a Tenancingo en donde derrotaría al realista Porlle, comisiono a Víctor Bravo para fortificar el pueblo.

Morelos regreso a Cuautla el 7 de febrero y sus hombres, entonces concluyeron las fortificaciones pues tenía noticias de que el Virrey Venegas lo enfrentaría al más ameritado general realista: Félix Ma. Calleja del Rey.

Las fortificaciones de Cuautla hicieron un recinto que nadamas tenia una calle central, la real y una serie de trincheras en las bocacalles de los lados oriente y poniente, mas las de San Diego hacia el norte y el templo y convento de esa advocación.

 El 17 llego Calleja a Pazulco, norte de Cuautla y el 18 lo dedico a revisar las fortificaciones del pueblo, rodeándolo. Fue hasta el día siguiente que intento el asalto.

Amanecía el 19 de febrero de 1812 y el ejercito realista fue dividido en cuatro columnas: por norte atacaría el Granaderos; por el noroeste, el lanceros y patriotas de San Luis; por el Poniente, una columna de regimiento de la Corona y por el Oriente, el batallón de provinciales de Guanajuato, al mando del Coronel y Conde Don Diego de Rul.

Era una mañana fresca aun en que ya se había iniciado el ascenso del astro rey. El primero y poderoso asalto realista del Granaderos fue recibido por la trinchera de San Diego.

Observado esto por Hermenegildo Galeana, Jefe del Sector, dispuso que la dotación de artilleros de El encanto corriera a auxiliar la de San Diego, dejando únicamente al joven artillero Narciso García Mendoza de vigilancia.

El segundo asalto lo realizo el San Luis por el noroeste de la Huerta del Convento de San Diego; y el tercero, por el occidente de la referida Huerta atacando por el Corona.

En San Diego, murió de propia mano de Galeana el jefe de Granaderos Pedro Segarra.

 En el ataque del San Luis quedo mortalmente herido Juan Nepomuceno Oviedo su jefe.

El Asalto del Corona que consiguió horadar el muro de la huerta y meter un cañón de a 8, fue frustrado por el Capitán Mariano Escoto, auxiliar de Galeana, habiendo rechazado al Corona que, como en las otras trincheras, sufrió muchas perdidas y, entre ellas, al conde de Alcaraz, Don Luis Rangel.

 Pero quedaba la trinchera oriental de El Encanto al cuidado y observación de Narciso.

Su vigilancia le permitió ver salir de los cañaverales de San Martin, a los soldados provinciales de Guanajuato que por sus uniformes azul claro, los llamaron “los hiedras”.

Narciso pidió auxilio a gritos según sus instrucciones; pero era tan intenso y rudo el asalto de San Diego que nadie lo escucho. Seguramente la patria inspiro a Narciso: Espero pacientemente al Guanajuato y cuando estuvo al alcance de la metralla de su cañón de a cuatro, prendió la mecha y su estampido advirtió a Galeana el peligro en que se encontraba El Encanto, devolvió la dotación de la trinchera y al disiparse el humo del disparo, comprobó la destrucción del Guanajuato porque la mitad del batallón yacía muerta o herida o entre ellos el Conde de Casa Rul a cuyos resultados falleció. El resto de“los hiedras” dio media vuelta y huyo perseguido por las balas de la dotación: Había salvado Narciso a Cuautla y a los insurgentes pues de otro modo “los hiedras “hubieran atacado por la espalda a los defensores de San Diego.

 El coronel y conde Don Diego de Rul había colaborado anteriormente con Calleja quien lo designo gobernador de la Mártir y heroica Zitacuaro en Enero de 1812, con órdenes terminantes del general de incendiarla y convertirla en un montón de ruinas.

La esposa de Don Diego de Rul fue Doña Ignacia Obregón de la Barrera, hija del conde de Valenciana Don Antonio Obregón y Alcocer. Al morir de Rul, su cadáver fue conducido a México y sepultado en el templo del Colegio Apostólico de San Fernando.

 Por su parte, Calleja penetro a Cuautla siguiendo al acueducto de Buenavista a cuya medianía instalo su cuartel provisional, habiendo dejado a su esposa en el callejón de la Nopaluca, diciéndole que n un par de horas enviaría por ella para almorzar en Cuautla, juzgando que ante su sola presencia los insurgentes correrían, los perseguiría y aprendería a los principales jefes.

Fallo el y fallaron sus soldados porque instalado en ese lugar, entonces llamados de “las carretas”, vio angustiado pasar a sus soldados cargando sus muertos y heridos. Además, los informes que recibió de los cuatro puntos del asalto decían del fracaso y las pérdidas sufridas que eran cuantiosas, incluidos sus jefes de sus 4 columnas: Segarra, Diego de Rul, Oviedo y Alcaraz. Por ello, esa calle se llama ahora “Angustias de Calleja”. Aun el mismo Calleja estuvo en inminente peligro de correr igual suerte pues cayo a sus pies una bala del cañón de sus propias tropas.

Después de seis largas, angustiosas e infructuosas horas de asalto a Cuautla, no solo corrieron los insurgentes, sino que Calleja tuvo que emprender la retirada en completo desorden y recogió a su esposa que espero inútilmente el cumplimiento del ofrecimiento del general ¡Pobre señora, se había quedado en ayunas! Por tal circunstancia, este callejón se nombra ahora “Esperanza de la generala”.

Los laureles frescos que ceñían al frente de Calleja por sus asesinatos colectivos de Guanajuato y Zitacuaro, iban marchitos y las orlas que portaban en sus brazos izquierdos sus jefes, oficiales y soldados, decían “Venció en Aculco, Guanajuato y Calderón”, opacaron su brillo ante la defensa heroica de los insurgentes.

Justificada alegría invadió los corazones de los insurgentes que con el pueblo, que contribuyo de un modo u otro al glorioso triunfo de las armas nacionales, testifico el valor y disciplina de los patriotas y contribuyo a la derrota del ejército virreinal.

Las campanas de los templos repicaron sus voces alegres, los cohetes tronaron los aires y las músicas y cantos recorrieron el pueblo festejando el triunfo mientras los realistas regresaban a sus campamentos maltrechos y llorando su derrota para atender sus heridas.

Calleja escribió al Virrey participándole su fracaso de tomar Cuautla pues decía que estaba defendido por 12,000 hombres y que no intentaría otro asalto hasta recibir mas cañones de grueso calibre, mas soldados, un hospital de sangre completo y mas elementos guerreros

“para sitiar Cuautla que callera irremisiblemente en sus manos, en seis y ocho días y sepultar en sus ruinas a los facciosos”.


 

Calleja mentía en cuanto al número de insurgentes como mintió al informarle que Cuautla estaba perfectamente fortificado, toda vez que todo sur y sus costados del oriente y poniente no lo estaban. Veamos los contingentes militares de uno y otro de Morelos:

Y mas tarde este ejercito aumento con el que trajo de Izucar Cinaco de Llano con 1930 hombres; los formaban los de: Asturias y Lobera” de la unión, dragones de Tulancingo y Puebla, Lanceros de Veracruz, mas 8 cañones de a 4 ,6 y 8.


Para cumplir los requerimientos de Calleja, Venegas ordeno al flamante general Ciriaco de Llano que abandonara el sitio que haya iniciado inútilmente en Izucar, Puebla, defendido también heroicamente por Vicente guerrero y el P. José María Sánchez y se agregara al ejército de calleja.


En Cuautla, los cadáveres de los insurgentes muertos se sepultaron y también los realistas que no pudieron ser recogidos por sus compañeros, después de ser expuestos en la plaza de san diego y de santo domingo en cuyos cementerios quedaron. Se repararon todos los desperfectos sufridos en Cuautla durante el asalto del 19 de febrero.


Llego de Llano a Cuautla el 29 de febrero y puesto de acuerdo con Calleja, resolvieron circunvalar el pueblo, cuyas obras iniciaron el 5 de marzo. De este modo, se tendió alrededor de Cuautla un anillo de hierro que impidió salir a los insurgentes ni recibir ayuda alguna.


En el calvario, costado norte, se fortifico el realista coronel de la Viña. En Amilcingo, Enríquez; en el oriente y sur de Llano con los batallones expedicionarios “Asturias y Lobera”; en el occidente y frente a buena vista, Calleja estableció su cuartel general y entre este y el Calvario, el capitán Anastasio Bustamante estuvo con su caballería. El sitio se inicio el 10 de marzo en cuya mañana todas las baterías realistas lanzaron sus fuegos destructores de Cuautla.


El pueblecito sufrió un bombardeo tan intenso que se a calculado que recibía un promedio diario de 20 bombas, 66 granadas y 150 tiros de cañón. Con tal resumen, fácil es suponer la terrible destrucción sufrida por Cuautla y sin embargo, tanto sus habitantes cuantos sus defensores soportaron estoica pero heroicamente tan angustiosa situación, así como el hambre conforme fueron terminándose sus reservas y también por la sed y la peste que se abatió sobre ellos.


Calleja decía al Virrey: “todas las mañanas aparecen reparadas las brechas que es capaz de abrir la artillería de batalla; la escases de agua la han suplido con pozos, la de víveres con maíz que tienen en abundancia i la de todas las privaciones con un fanatismo difícil de comprender y que harían sumamente costoso un segundo asalto”.


El general Morelos busco un punto débil de la circunvalación para romper el sitio de la noche del 30 de marzo y autorizo al negro Carranza y al capitán Aguayo para intentarlo por el Calvario, encabezando un regular grupo de costeños. Fue tal el arrojo y valentía de los insurgentes que ocuparon el reducto; pero informado Calleja envió al diezmado provinciales de Guanajuato que no puedo impedir que muriera con otros el capitán Grad. Gil Riaño, hijo del intendente guanajuatense fallecido en alhóndiga el 28 de septiembre de 1810. También fue herido en esa acción el ex sargento Garrido que delato a Riaño la conspiración de insurgente, y en Cuautla ostentaba ya el grado de oficial realista.


Soberbios hechos heroicos fueron la defensa de matamoros, Garduño y Víctor bravo en Buenavista; la de santo domingo por Leonardo bravo; la de Larios en santa barba de H.Galeana, el P. Samano y escoto de san diego. La salida o rompimiento de el sitio de santa Inés del seño matamoros el 21 de abril, en busca de auxilios, en cuyo intento perdió 36 hombre de los 100 que comandaba; los hechos notables del negro Carranza; la defensa del acueducto por salas; la de catalán en la trinchera instalada en la calle que lleva su nombre; la construcción de un baluarte con parapeto por galeana bajo una lluvia de balas del Lobero, sobre los manantiales de el Almeal o Xochitengo, con lo cual Cuautla ya no volvió a sufrir la terrible sed a que tuvo que soportar ante los constantes cortes de agua del canal de Xochitengo por los realistas.


El estrecho cerco que impuso calleja a Cuautla y los poco alimentos almacenados, provoco una escases tan grande entre los habitantes, pues lo que había se destino a los soldados, que el hambre inicio sus terribles estragos en el pueblo que comía lo que encontraba a su alcance: gatos, perros y otros animales desaparecieron de Cuautla; hierbas, pasto tierno, renuevos de plantas y de arboles y sus raíces; las iguanas de cotizaron a muy elevados precios, etc. Se presento el extrañísimo caso, inaudito, trágico: era costumbre forrar las cubiertas de los mostradores y las puertas de las tiendas de cuero sin curtir. El hambre mortal obligo a la gente a arrancar los cueros, remojarlos y ya suaves y en pequeños trozos los comían para así engañar al estomago.


En tal situación el general Morelos escogió entre sus colaboradores a matamoros para que inquiriera la oportunidad de romper el sitio y buscar elementos de todas clases de que tanta falta tenían. Selecciono a 100 hombres y el 21 de abril después de haberse abatido sobre Cuautla un furioso vendaval, salió por santa Inés y perdió en tal acto a más de 36 hombres; pero pudo reunirse con otros insurgentes en Ocuituco y Tlayecac. Hermenegildo galeana ideo un plan que aprobó Morelos, para evitar los cortes de agua de Xochitengo por los realistas y en la mañana del 3 de abril y bajo una lluvia contante de balas enemigas, construyo un baluarte con parapeto en los mas abundante de los manantiales, instalándole 3 cañones de a 4. Esa misma noche fue atacado el baluarte y se rechazo a los atacantes que se retiraran con muchas perdidas.


Calleja, como se ve, no pudo conquistar ni un centímetro de la tierra de Cuautla, no obstante la calidad y cantidad de su ejercito, de la abundancia de sus alimentos y de la superioridad de su armamento; pero mataba de hambre a un pueblo y a sus heroicos defensores que con la calidad de su defensa se habían elevado a la gloriosa inmortalidad de los héroes.

El viernes 1º de mayo de aquel 1812, después de 71 días de soportar el sitio de Calleja, este ordeno suspender a las 12 y durante cuatro horas el bombardeo para enviar a Morelos un parlamentario que le entregara los pliegos de indulto de las Cortes españolas, para el y para cada uno de sus jefes principales. El Pliego- afirma la tradición- fue recibido por el gran Insurgente al pie de un árbol de “Cabellito” o Xiloxochitl ubicado en el cementerio de Santo Domingo desde donde despachaba y atendía los asuntos del sitio

Leyó Morelos el Texto y sin inmutarse tomo su pluma y escribió con mano firme y segura:

”Igual Gracias Concedo a Calleja y a los Suyos”.

No podía prolongarse más tiempo esta situación del pueblo y del ejército. El sufrimiento profundo de Morelos al comprobar los cuadros miserables y de enfermedad del Pueblo y sus soldados, y ante la imposibilidad de recibir auxilios pues el intento heroico de Matamoros fue infructuoso porque al pretender abrirse paso entre los realistas de Amilcingo para introducir todo lo que había reunido, fue rechazado con perdidas totales de lo que conducía y buena parte de su gente.

Esta fue la razón que obligo a Morelos a romper el sitio heroico. Esa misma tarde dio a conocer a todos sus colaboradores su última orden en Cuautla, antes de romper el sitio:

“Que las lumbradas de los Baluartes estén gruesas.

Que tras la avanzada vayan los zapadores con herramientas.

Siguese la vanguardia de caballería.

Luego media infantería.

Luego el cargamento de artillería.

Luego la otra media de artillería.

Luego la retaguardia de caballería.

Que se den velas dobles y se vendan las sobrantes y el jabón.

Que repartido el prest se de un peso a cada enfermo y la mitad del sobrante se traiga.

Que se junten 40 mulas y si no hay, que se reduzcan cañones.

Que se repartan los cartuchos a 5 paquetes: 2 tiros y clavo.”

Esa noche se reunió el Pueblo que pudo hacerlo y el ejercito insurgente en la plaza  de San Diego y a las 2 de la mañana del 2 de Mayo de 1812, cuando la luna en menguante se elevaba en el firmamento partió la columna por el callejón del El Encanto (ahora triunfo el sitio y fin de Rul, en donde estuvo la trinchera de Narciso Mendoza), y atravesando los Cañaverales de San Martin llego al lecho del rio y siguió su cause en completo orden y silencio. Muchos centinelas realistas enmudecieron por los cuchillos del Negro Carranza y del Cap. Aguayo que encabezaban la Vanguardia: pero a la altura de la Hacienda de Guadalupita fue sentida por la guardia de Amilcingo y a la voz de “quien vive”, Galeana le quito la vida al Centinela de un Balazo, cundiendo la alarma e iniciándose la persecución y combatiendo casi cuerpo a cuerpo a la mortecina luz de la luna.

Al escuchar Calleja los disparos, dispuso fuese cortada la retirada insurgente, pero fue inútil, sin embargo, los virreinales los persiguieron encarnizadamente al grado de que el realista Anastasio Bustamante se enfrento con su gente a la escolta de Morelos a quien defendió con la perdida de la propia vida. En tan critica circunstancia el caballo de Morelos tropezó cayéndose y el General sufrió fracturas de algunas costillas, quien monto otra cabalgadura y partió rumbo a Yecapixtla, Ocuituco, Tétela del Volcán y Hueyapan – en las estribaciones australes del Popocatepetl-en donde fue atendido de sus lesiones y así pudo continuar con su noble lucha por la independencia nacional y prepararse en Tehuacán para su asalto y toma de Oaxaca.

Solo así, sin ningún soldado insurgente fue ocupada Cuautla por el ejercito Virreinal, designando Calleja al Coronel José María Echeagaray gobernador del pueblo destruido, con el menguado batallón de Guanajuato y otros. Desde el inicio del asalto de Calleja el 19 de febrero, los templos y conventos de San Diego y Santo Domingo así como la hacienda de Buenavista fueron convertidos en Hospitales. Al ocupar Echeagaray el pueblo, se hallaban encamados 585 enfermos, muchos de ellos moribundos y también muchos cadáveres insepultos que agravaron el cuadro trágico de Cuautla pues de ese número fallecieron 575 del 2 al 7 de Mayo.

COSTOS DEL SITIO AL VIRREINATO

Los dineros gastados por el Virreinato para sostener al ejercito sitiador de Cuautla, fueron $563,426 pesos y 3 reales mas 7 granos en efectivo, sin incluirlas fuertes cantidades consumidas de municiones, zapatos, ropa, provisiones alimenticias, materiales de curación y medicamentos para que el ejercito no careciera de nada durante el prolongado sitio.

Esto habla muy alto de la abundancia en que vivió el ejército realista en contraposición con la carestía y el hambre del ejército insurgente cuya razón fue origen del rompimiento del cerco de hierro que había tendido Calleja alrededor de Cuautla.

Desde el Ingenio de Casasano escribió Calleja al Virrey: “Démosle gracias a este buen clérigo de que nos ha ahorrado la vergüenza de levantar el sitio, lo que nos habría hecho perder el poco concepto que conservamos”.

Para finalizar esta somera reseña del heroico sitio de Cuautla d 1812, transcribiré lo que acento Zarate en “México a través de los siglos”:

“El nombre de Cuautla como los de Sagunto, Numancia, Gerona y Zaragoza, simboliza el patriotismo ardiente elevado hasta el sacrificio y si la historia de la guerra que emprendieron nuestros padres solo por redujese a la defensa de aquel pueblo “Cuautla” esto bastaría para eternizar su recuerdo…”

Glorioso sitio que elevo a Morelos y a sus subalternos a la categoría de primerizas criaturas militares mexicanas.

Agradecemos a:

Prof. Raúl Solís Martínez
Cronista de la Cd. De Cuautla y la Región.

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