Los últimos arroceros de Cuautla: Un legado que lucha por no desaparecer

El cultivo de arroz en Cuautla, una tradición agrícola que ha marcado la identidad de la región durante siglos, enfrenta su posible extinción. Con solo 13 productores activos en la zona, los arroceros ven con tristeza cómo este legado ancestral, que en su momento fue el motor económico y cultural de la comunidad, se desvanece lentamente.

Cada madrugada, cuadrillas de jornaleros llegan a los campos antes del amanecer para aprovechar las primeras horas del día. Miguel, un joven arrocero de 26 años, refleja la dureza y el compromiso de quienes se niegan a abandonar esta labor:

“Trabajamos temprano porque al mediodía el calor es insoportable”. Sin embargo, el trabajo duro ya no es suficiente para mantener este oficio vivo.

Entre los factores que han afectado el cultivo se encuentran el alto costo de producción, la falta de apoyo gubernamental y la escasez de agua, agravada por los cambios climáticos. Cirilo Ortiz, uno de los últimos productores de la región, lamenta que muchos hayan optado por sembrar caña, una opción más rentable y menos demandante.

“El arroz es nuestra tradición, pero no hay incentivo para seguir”, señala con preocupación.

Además, la expansión urbana ha reducido considerablemente las tierras agrícolas disponibles, sumado a los aumentos en los costos de los insumos, lo que ha vuelto el cultivo de arroz una empresa arriesgada y poco atractiva para las nuevas generaciones.

Pese a los desafíos, el arroz morelense, reconocido con denominación de origen desde 2012, sigue destacándose por su calidad. Las familias y cocinas que valoran esta tradición continúan apoyando el consumo de este grano, pero su futuro está en peligro si no se implementan medidas para preservar esta valiosa actividad agrícola.

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Mientras los últimos caballos cargados de arroz se dirigen al molino, los productores celebran lo que podría ser una de sus últimas cosechas, con la esperanza de que la historia de este cultivo no termine aquí.

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